Erase una vez, en una ventana de una casa normal, una maceta que nada
raro tiene, pero que posee una extraña afición, y es la del gusto por saltar
desde la ventana al suelo de la calle. En si no hay problema en que la maceta
le guste hacer puenting, lo grave es que en vez de aterrizar en el suelo, acaba cayendo sobre
las cabezas de las personas que en ese momento transcurren por debajo de la
ventana, causando un leve percance.
Los dueños absortos por los hechos, no hayan explicación coherente al
porque de tal extraño fenómeno, y lo único que ellos podían hacer para evitar
futuros accidentes, es retirar de la ventana a la maceta. Para ello, situaron a
esta en una de las habitaciones interiores, sin ningún contacto con el
exterior.
Durante una semana, los días sucedían en la mas tranquilidad monotonía y
sin sucederse artercados, y pensaron que ya los días de lanzarse al vació de la
maceta habían acabado. Pasaron así seis meses de tranquilidad absoluta, los
dueños quisieron dar una tregua a la maceta y volverla a colocar en la ventana.
No pasaron ni una hora cuando la maceta volvió a su extraña afición.
La prensa local se hizo eco del extraño caso, bautizándolo como el de “La
Maceta Suicida”, televisiones y radios querían ser cronistas de tal noticia,
tanta repercusión alcanzo, que científicos del Institute Scientific of
Torrelodones se interesaron por su
investigación, a lo que los dueños del piso, gustosos, donaron la maceta para
su estudio.
Después de años de ensayos científicos, reuniones con expertos en la
materia, charlas y coloquios con gente de renombre en el campo de la ciencia y análisis
exhaustivos, por fin hallaron respuesta
al misterio, tras un insignificante accidente en el laboratorio durante un
servicio de limpieza por parte de un operario, al precipitarse la maceta desde
la mesa donde estaba hasta el suelo. La sorpresa y asombro fue al descubrir que
lo que en realidad parecía una simple maceta, al final resultaron ser millones
y millones de hombrecillos verdes alienígenas que querían conquistar la tierra.